Wednesday, April 20, 2011

Acostumbrándonos a leer. (De Dios)

                                         



Hay un deseo del corazón del Padre de darse a conocer cara a cara, de forma tangible; y una de las maneras que Dios ha considerado importante para revelarse al hombre es la escritura. A su siervo Moisés le dijo: Escribe; a sus profetas también les ordenó que escribiesen; el proverbista inspirado dijo que escribiéramos el consejo santo en nuestro corazón; las tablas del testimonio fueron escritas incluso con el dedo de Dios y nuestros nombres están escritos en el cielo, en el libro de la vida. Por lo cual, podemos decir que el Señor ha escogido la palabra escrita como un poderoso testimonio para las generaciones venideras de lo que Él ha dicho y hecho. La Biblia es producto de eso.

Alguien dijo que muchos libros informan, pero sólo la Biblia transforma, porque de su lectura recibimos el Espíritu de vida que está revelado en su Palabra. El salmista dijo: “El envía su palabra a la tierra; Velozmente corre su palabra” (Salmo 147:15). Antes que todo fuese hecho ya era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1:1). Mediante la Palabra, Dios ha revelado su divina persona: el Verbo se hizo carne (v. 14), y a través de nuestro Señor Jesucristo, Dios sacó a la luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio, a fin de que podamos conocer, creer y entender quién es Él (Isaías 43:10). Ese es el divino propósito. De hecho, esa es la vida eterna, conocerlo a Él, el único Dios verdadero, y a Jesucristo que envió por nosotros (Juan 17:3).

Por tanto, el hacer obra de evangelista y cumplir nuestro ministerio (2 Timoteo 4:5), no solamente podemos circunscribirlo a ir y predicar la Palabra, sino también a dejar un testimonio escrito de lo que Jehová ha hablado. Ese sentir el Espíritu Santo lo ha puesto en nuestros corazones y nos ha llevado a dejar a la posteridad, a través del área editorial, todo el consejo de Dios con el cual hemos sido instruidos.

En este menú ponemos a su disposición las opciones de libros y artículos, y es nuestra motivación que mediante dichas publicaciones el Señor logre su Santo propósito, de edificar a su iglesia, y como todo lo inspirado por Él, las mismas sean útiles “para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16).


                                  

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